Día Mundial CVX
Visión de Acogida II
El pasado sábado 25 de marzo celebramos, en el Centro Arrupe, el Día
Mundial de la CVX, reconozco que asisto principalmente movida por mi
interés en saber más sobre la Comunidad, aprovechar la oportunidad
para conocer a algunos de sus miembros, tratar de integrarme un poco,
y con ánimo de participar y compartir este día de alegría,
resultando una experiencia muy positiva.
Tras
el divertido baile que nuestras estupendas coreógrafas nos enseñaron
y el juego de relacionar fechas con momentos claves del origen y
evolución de la CVX, entramos en faena. Oramos
juntos con el deseo de seguir más de cerca a Jesucristo y trabajar
con Él en la construcción del Reino, desde dentro del mundo en que
vivimos. Recordamos también, tantos beneficios recibidos en los que
Dios nos manifiesta su amor. Tuvimos
un espacio de oración personal, en el que se nos invitaba a
reflexionar sobre nuestras fronteras, de qué manera, desde dónde,
cómo nos pide el Señor que estemos en ellas, hacia donde nos invita
el Señor a seguir avanzando… y compartimos en grupos nuestro
sentir, que resultó muy enriquecedor. Me encontré con mis fronteras
cotidianas, las del día a día en familia, en el trabajo, en la
sociedad…, donde pongo mis barreras, donde construyo muros, donde
me encierro, donde no crezco, donde no me entrego, donde miro para
otro lado, donde me alejo del Señor, donde sí miro, pero… cómo
miro, donde pongo el corazón y donde no.
Terminamos
nuestro encuentro con la celebración de la Eucaristía, en la que
siendo la festividad de la Encarnación, José nos recuerda cómo lo
Divino se manifiesta en lo humano. Dios está presente y debemos
tener nuestras puertas abiertas, permitiéndole entrar en nosotros;
compartimos las ofrendas que fruto de nuestra oración personal
elegimos en los grupos y participamos del emotivo acto de compromiso
permanente de dos miembros de la comunidad y el compromiso temporal
de otros tres miembros.
Por
razones familiares, no pude compartir el último de los actos, las
cervecitas y las viandas, pero la tarde resultó para mí de lo más
fructífera. Estoy profundamente agradecida por tanto bien recibido.
Ojalá
que en cada una de nuestras fronteras, a la luz de la fe, aprendamos
a ver a Cristo, sintamos su necesidad y, con amor, nos entreguemos a
remediarla. Ojalá seamos Iglesia sin fronteras, abierta a todos,
como el corazón de Dios.
M. J. P. B.
Grupo Acogida.
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