La conversación espiritual, ¿Por qué no este verano?
“El paseo se fue tornando de rápido y movido a un ritmo acompasado con
la respiración que sintonizaba con la densidad que iban tomando las palabras.
La noche estaba preciosa y las estrellas brillaban vigilantes, se respiraba
mucha paz. No había sido un encuentro demasiado previsto, aunque tampoco
casual, habíamos sido compañeros de trabajo muchos años y conocíamos bien
nuestras filias y fobias. - Como un
amigo habla a otro amigo- sentí. Pasamos de compartir la intensidad de
misión, los sueños y los miedos a entrar tímidamente en ese espacio tan poco
visitado que es el de compartir nuestros fracasos. Tras un rato de acoger
mutuamente lo vivido empezó a desprenderse una luz que de manera suave nos dejó
un gusto interno profundo”
El verano es un tiempo en el que
el ritmo acelerado en el que vivimos, baja poco a poco, y nos da la oportunidad
de viajar a lugares interiores a los que habitualmente nos cuesta entrar en el
día a día. En medio de tiempos de ocio y de los “temas” de conversación del
verano, surge la posibilidad y se nos ofrece como regalo la oportunidad de una
de las herramientas ignacianas más ricas y quizás menos practicada: la
conversación espiritual. La conversación espiritual fue una de las
prácticas espirituales más usadas por Ignacio en Alcalá, Salamanca y sobre todo
en París. Mucho se ha hablado de esas largas noches entre colegiales en Santa
Bárbara en las que poco a poco fueron trabando esa amistad profunda. Me imagino
como hablaban de los proyectos que tenían cada uno, de sus sueños… algunos ya
vieron que querían cruzarlos y hacerlos juntos, a otros como a Javier, les
costó más dejarse seducir. A fuego lento y cada uno a su ritmo, pero sin duda
que la conversación espiritual tuvo un papel central en lo que años más tarde
se cristalizaba en los votos de Montmartre. Ignacio no conversaba de cualquier
manera, sabía esperar el momento adecuado en el que había acceso posible para
ese diálogo sincero en el que poner toda la persona delante. En la
autobiografía cuenta como “solo hablaba
de las cosas de Dios acabada la comida” (42). Hace unos años Germán Arana1
alentaba a hacer de la conversación
espiritual un instrumento apostólico privilegiado de la compañía. Arana
recoge el significado ignaciano del conversar “de hondura de trato, de cierta familiaridad e intimidad”. Y es que
no es cualquier conversación – temporal- que diría Ignacio, sino que es aquella
que de manera intencionada o no va accediendo a ese lugar de hondura donde
habita toda nuestra libertad, querer e interés.
“Hacía calor y nos pusimos debajo de la sombrilla, no veía a su cuñada
desde hacía unos meses. ¿Qué tal las niñas? ¿Cómo van en esta etapa
adolescente? Es un tiempo muy intenso para ellas, la presión social es fuerte y
las veo muy vulnerables. El campo de trabajo ha sido clave, ha venido cantando
y más radiante que nunca. Dice que nunca había sentido en un grupo una acogida
tan grande por lo que ella es”
Compartir luces, y compartir
sombras, preocupaciones nuestras y de los nuestros, y también sueños. Creo que
son una de las claves que hacen que nuestras conversaciones pasen de triviales
a llegar a lo que de verdad importa. Como hizo con Abraham y Sara, Dios se
compromete con nuestros deseos más profundos, con eso más hondo y que con tanta
fuerza nos moviliza. Poder conversarlo con otra persona ante la que siento
cercanía y cariño es algo tremendamente liberador y me permite desvelar la
autenticidad en las decisiones. A mi modo de ver y en lo que voy
experimentando, el acento de la conversación espiritual frente al
acompañamiento es que la conversación es un tú a tú cercano y directo en el que
ambas partes se ponen en juego en una dinámica de compartir honda de lo que va
pasando en nuestras vidas, generando un ser amigos
y amigas en el Señor de manera más o menos explícita. Algunas claves para
esta conversación espiritual en la vida laical podrían ser:
- En cualquier lugar: En los pasillos de la universidad, en el vagón de tren, o el sofá de Mambré, la conversación espiritual se da y arranca a veces en lugares inexplicables e inverosímiles. Sabemos que hay espacios que ayudan y otros que entorpecen, pero la gracia es así, ¡irrumpe sin avisar! los hombres y mujeres de hoy andamos con tal sed de Dios que cuando se abre una ventanita y hay deseo se da esa conversación que quizás siga otras posteriores -tal vez en un lugar más adecuado- o será un encuentro fortuito pero que por lo significativo es capaz de ser recordado en el día y la hora “recuerdo que era por la tarde y estábamos sentados en ese banco de allí cuando me contó que había decidido dejar el proyecto…”
- Pero no de cualquier manera: Llegar a esa hondura de la que habla Ignacio puede darse en cualquier lugar, pero no de cualquier manera. Hay ocasiones en las que parece que hay suficiente empatía, escucha activa mutua y acceso a nuestra verdad; y otras en las que hay algo por dentro que nos hace estar atentas y ver que no es el momento o la persona. Frente al “exhibicionismo emocional” en el que nos sumergen las redes sociales, la conversación espiritual se da con cierto temor y temblor. Hablar de las cosas que nos mueven, nos quitan el sueño y nos dan sentido no puede hacerse siempre. Tiene que darse esa longitud de onda común que a veces es difícil incluso con mejores amigas o en la vida de pareja. Cuando se da espontánea y surge como regalo hay que disfrutarla y gustarla, pero cuando queremos abordar algún tema que nos preocupa con nuestros amigos y amigas en el señor, cuidar las condiciones ayuda a que todas las partes puedan crecer por dentro para salir hacia fuera.
- Recíproca: Como dice José María Rambla2 tenemos muy poco valorada la amistad, y quizás sea lo más valioso que tenemos para ser fieles al seguimiento profundo de nuestra vocación. Necesitamos conversación espiritual a modo de experiencia fraterna, de sororidad en la que poder intercambiar, contrastar y crecer juntas. La vida vivida como misión necesita siempre y en todo momento la palabra de la persona amiga que nos conoce o que nos intuye en lo más profundo. Es un concepto de amistad diferente al que a veces se nos ofrece, es regalado y también que hay saber acogerlo.
- Aprendida: Hay algo del arte de conversar que se aprende y que tenemos que saber motivar a nuestros jóvenes. Recuerdo las largas tardes de sobremesa de conversación relajada y en momentos profunda. O esas largas noches de verano en las que entre hermanos compartíamos sueños y proyectos. Podían dar las 3 de la mañana sin darnos cuenta. La sabiduría de los mayores y la frescura de los que se inician. Todo cuenta a la hora de ir favoreciendo la entrada en sí que permite hacer el coloquio sincero ante las 3 personas divinas que tanto subraya Ignacio.
- Abierto a la irrupción de Dios: Por último, creo que hay una invitación a mirar más allá de nuestras fronteras para desvelar y dejarnos sorprender por un nivel de diálogo sincero con otros que lo viven de otra manera, pero ante quienes podemos en la conversación ir encontrando una fuente común. Parientes, vecinos en el bus, personas con las que no comparto la Fe, pero sí la vida... hay una invitación a dejarnos sorprender por cómo lo que nosotros llamamos Dios irrumpe en sus vidas de una manera diferente, sorprendente y a veces sugerente para nosotras “menos ir a la iglesia y más subir al monte” me decía un amigo vasco en proceso de búsqueda. También hay que escuchar el rumor de fuera y dejarse sorprender en la conversación espiritual no solo no prevista, sino con alguien imprevisto.
“Íbamos en el coche de vuelta de un día entero de curso. Después de que
ella en el viaje de ida escuchara nuestras gestas, desgastes e ilusiones le
hicimos una pregunta: ¿Cómo fue que empezaste a acompañar? Y así como
escucharon los compañeros de Emaús ella empezó su relato y durante las más de
dos horas de camino ardían nuestros corazones. Nos hizo un gran regalo nos
abrió su corazón. No recuerdo lo que dijo ni que fue lo que exactamente pasó,
pero sí que había tanta verdad que después de escucharla no quedaba otro
remedio que seguir trabajando del lado del Rey Eternal”
Este verano, cada momento puede
ser una oportunidad, solo hay que estar disponible y atenta a la Ruah.
Teresa González
Pérez CVX Sevilla
Sevilla, 6 de
agosto de 2018
1 Arana, G. (2005) “La conversación espiritual un instrumento
apostólico privilegiado de la compañía” Revista de espiritualidad
ignaciana. Volumen XXVI, I, pp.2-32
2 Ramblas, J.M (2008). El arte de la amistad en Ignacio de Loyola.
Cristianismo y Justicia, EIES nº 50
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