ACOMPAÑANDO EJERCICIOS ESPIRITUALES
He llegado a la CVX con edad de ser abuelo, de hecho lo soy, pero he llegado atraído por el estilo de vida que se reflejaba en algunos de mis amigos que ya estaban dentro. Una vida de misión compartida teniendo como base la espiritualidad ignaciana.
En mi época de alumno del colegio Portaceli tuve la suerte de conocer al padre Manuel Prados que me inculcó la espiritualidad ignaciana, pero esa es una historia larga que dejaré para otro momento. Baste decir que aquella relación me dejó el gusanillo dentro.
Ya en la madurez de mi vida, Dios me regaló la oportunidad de hacer ejercicios en la vida ordinaria y aquello supuso un cambio importante, no tanto en mi vida cotidiana, como en mi deseo de seguir a Jesús, de hacer algo por Él, de tomarme la vida de otra manera. Y, como una cosa lleva a la otra, en el centro Arrupe me invitaron a acompañar grupos de Itinerarios de la Experiencia de Dios, para más tarde verme, todavía sin saber cómo, acompañando ejercicios espirituales personalizados.
Acompañar ejercicios implica una fuerte responsabilidad y, por ello, cuesta decidirse al principio. Siempre existe el miedo de si lo sabré hacer o meteré la pata. Básicamente, la misión del acompañante es poner a la criatura en contacto con su Creador. De hecho, san Ignacio pone como único requisito para acompañar ejercicios que el acompañante haya hecho los ejercicios completos previamente. Dicho así, parece simple pero supone esfuerzo, dedicación y, más que nada, mucha confianza en Dios. Ponerse en las manos del Señor teniendo a María como consejera es la mejor receta para un buen acompañamiento.
Acompañar ejercicios implica una fuerte responsabilidad y, por ello, cuesta decidirse al principio. Siempre existe el miedo de si lo sabré hacer o meteré la pata. Básicamente, la misión del acompañante es poner a la criatura en contacto con su Creador. De hecho, san Ignacio pone como único requisito para acompañar ejercicios que el acompañante haya hecho los ejercicios completos previamente. Dicho así, parece simple pero supone esfuerzo, dedicación y, más que nada, mucha confianza en Dios. Ponerse en las manos del Señor teniendo a María como consejera es la mejor receta para un buen acompañamiento.
Acabo de regresar de El Puerto de Santa María donde he sido invitado a acompañar una tanda de ejercicios personalizados organizada por la CVX de Sevilla. Mi amiga, Cayetana Vizcayno, a quien CVX-Sevilla le encargó este año organizar un grupo de acompañantes de ejercicios espirituales, se acordó de mí para incorporarme a ese grupo y para participar en esta primera tanda del curso.
El miedo a acompañar del que hablaba antes se disipa totalmente cuando te metes en faena. Experimentar cómo actúa el Espíritu en el acompañado y lo va transformando, compartir sus sentimientos, sus emociones, sus penas y alegrías, sus dudas, sus consolaciones y desolaciones… Ver como progresa aquel ejercitante que entra sin saber nada de ejercicios o de metodología de la oración y en poco tiempo se entusiasma contemplando con los sentidos, o vivir el asombro de la novedad que encuentra el ejercitante más experimentado al repetir una meditación que creía saber de memoria, son un regalo para el acompañante que solo puede invitarle a agradecer a Dios tanto privilegio. Y… solo han sido cuatro días. Cuatro días de oración intensa para los ejercitantes y de trabajo exhaustivo para los acompañantes: preparando los temas, los puntos, las oraciones comunitarias, los horarios, las entrevistas… Un trabajo que se ve recompensado con creces cuando tienes una tanda tan disciplinada, madura, sensible y agradecida como la que nos ha tocado en esta ocasión. Y, sobre todo, cuando ves salir de los ejercicios a esas personas que has acompañado entusiasmadas y con ganas de repetir.
El curso pasado, mientras hacía el año de acogida en la CVX, los guías de mi grupo me dieron un texto para rezar previo a una de las reuniones. Se titulaba ESTILO DE VIDA. Obviamente se refería al estilo de vida de los miembros de la Comunidad. En un párrafo de ese documento se hace referencia a la Norma General 39a que dice lo siguiente: “39a) Los miembros participan de la vida comunitaria en distintos niveles concéntricos, siendo el de la Comunidad local (también llamado "grupo" o "pequeña comunidad CVX") el más apropiado para continuar comunitariamente la dinámica de vida generada por la experiencia de los Ejercicios Espirituales.”
Ante este párrafo, yo deduje que debía ser condición habitual para los miembros de CVX hacer ejercicios espirituales. Mi sorpresa ha sido encontrar que muchos no los han hecho. No sé cuáles serán los motivos. Sirva este escrito para animar a todos a hacer ejercicios espirituales. Ya se están preparando nuevas tandas para Semana Santa y Verano próximos. Que el Señor nos dé su luz y su gracia para ello.
Ante este párrafo, yo deduje que debía ser condición habitual para los miembros de CVX hacer ejercicios espirituales. Mi sorpresa ha sido encontrar que muchos no los han hecho. No sé cuáles serán los motivos. Sirva este escrito para animar a todos a hacer ejercicios espirituales. Ya se están preparando nuevas tandas para Semana Santa y Verano próximos. Que el Señor nos dé su luz y su gracia para ello.
Norberto A.B. (Grupo Esperanza).
GRACIAS A DIIS QUE DISTE ESE PASO. Gracias Norberto
ResponderEliminarTodo es GRACIA....Qué privilegio tenemos de acompañar y sentirnos acompañados....es así de simple,eso es VIDA....Y VIDA EN ABUNDANCIA.
EliminarMuchas felicidades por el lindo trabajo que hacéis. Abrazo fuerte en el Dios de la Vida con rostro indio. Rezo por todos desde el Mato Grosso. Rafa sJ