Peregrinos hacia el perdón.
Este
año el retiro de cuaresma de CVX se ha centrado en el Perdón y la
Reconciliación, como parte de otras iniciativas como el Rincón del
perdón o de la próxima conferencia El difícil perdón. Se ha
ampliado a personas relacionadas con el Centro Arrupe y consistió en
una peregrinación desde Almonte a la aldea del Rocío de unos 11 km.
Empezamos estableciendo una red de vínculos personales (con un ovillo) entre los casi 30 asistentes, que algunos no nos conocíamos previamente, y que comenzó desde el momento que nos encontramos a las 9:30 y durante el viaje en coche hasta la Venta La Piedra, donde cada uno se presentó y expuso sus expectativas de la jornada. En las mochilas llevábamos una bebida, un bocadillo, algo para compartir… y nuestra historia personal. La más voluminosa era la mochila de Marcelino, de la que fue extrayendo el material de reflexión durante todo el camino, a modo de mago que saca una paloma tras otra de la chistera…
En un precioso día, el
camino se dividió en etapas donde hicimos examen de las distintas
fases del proceso emocional del perdón y de nuestras vidas. Desde la
identificación de la ofensa y su penitencia, hasta perdonarse, pedir
perdón y perdonar para avanzar nuestro camino y, finalmente, buscar
la reconciliación.
Nos hicimos conscientes
de nuestras heridas y que para superarlas hemos de luchar por lo que
podemos cambiar y aceptar lo que nos desborda, que perdonando nos
liberamos y que para buscar la reconciliación hay que recordar lo
que nos une y olvidar lo que nos separa, aunque no siempre se pueda
reanudar la relación.
Para este proceso nos
apoyamos en un objeto que representaba la ofensa y llevamos durante
el camino, así como de unas macetas donde dibujamos situaciones
dolorosas y con la que rompimos. Al final del camino, se trataba de
completar el proceso deshaciéndose de la ofensa y reparando los
tiestos rotos.
Casi a las 18:00 llegamos
a la meta de la Ermita del Rocío, donde José Yruela concelebró la
misa rociera con otro jesuita a petición de la Hermandad de
Torremolinos, que hacia su peregrinación anual.
Durante este camino,
compartimos unos aperitivos estupendos, disfrutamos de nuestros
bocadillos, vimos cómo se recogían las fresas, nos ensuciamos de
arena del camino y nos miramos a través de un espejo.
Saber leer
nuestras vidas como historia y nuestros pasos como camino a una meta,
le da sentido a lo que podemos hacer. Jesús nos enseña que la clave
es el Amor, poniendo una mirada generosa en nosotros mismo y en los
demás.
Sevilla, 25 de febrero de
2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario