miércoles, 28 de febrero de 2018

Peregrinos hacia el perdón.


Este año el retiro de cuaresma de CVX se ha centrado en el Perdón y la Reconciliación, como parte de otras iniciativas como el Rincón del perdón o de la próxima conferencia El difícil perdón. Se ha ampliado a personas relacionadas con el Centro Arrupe y consistió en una peregrinación desde Almonte a la aldea del Rocío de unos 11 km.

Empezamos estableciendo una red de vínculos personales (con un ovillo) entre los casi 30 asistentes, que algunos no nos conocíamos previamente, y que comenzó desde el momento que nos encontramos a las 9:30 y durante el viaje en coche hasta la Venta La Piedra, donde cada uno se presentó y expuso sus expectativas de la jornada. En las mochilas llevábamos una bebida, un bocadillo, algo para compartir… y nuestra historia personal. La más voluminosa era la mochila de Marcelino, de la que fue extrayendo el material de reflexión durante todo el camino, a modo de mago que saca una paloma tras otra de la chistera…






En un precioso día, el camino se dividió en etapas donde hicimos examen de las distintas fases del proceso emocional del perdón y de nuestras vidas. Desde la identificación de la ofensa y su penitencia, hasta perdonarse, pedir perdón y perdonar para avanzar nuestro camino y, finalmente, buscar la reconciliación.

Nos hicimos conscientes de nuestras heridas y que para superarlas hemos de luchar por lo que podemos cambiar y aceptar lo que nos desborda, que perdonando nos liberamos y que para buscar la reconciliación hay que recordar lo que nos une y olvidar lo que nos separa, aunque no siempre se pueda reanudar la relación.

Para este proceso nos apoyamos en un objeto que representaba la ofensa y llevamos durante el camino, así como de unas macetas donde dibujamos situaciones dolorosas y con la que rompimos. Al final del camino, se trataba de completar el proceso deshaciéndose de la ofensa y reparando los tiestos rotos.

Casi a las 18:00 llegamos a la meta de la Ermita del Rocío, donde José Yruela concelebró la misa rociera con otro jesuita a petición de la Hermandad de Torremolinos, que hacia su peregrinación anual.
Durante este camino, compartimos unos aperitivos estupendos, disfrutamos de nuestros bocadillos, vimos cómo se recogían las fresas, nos ensuciamos de arena del camino y nos miramos a través de un espejo. 

Saber leer nuestras vidas como historia y nuestros pasos como camino a una meta, le da sentido a lo que podemos hacer. Jesús nos enseña que la clave es el Amor, poniendo una mirada generosa en nosotros mismo y en los demás.

Sevilla, 25 de febrero de 2018



No hay comentarios:

Publicar un comentario