El nuevo secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el sacerdote diocesano José María Gil Tamayo, afirma que la Iglesia no puede ser profeta de calamidades, sobre todo cuando hay tanta gente que está sufriendo. Tenemos un ejemplo en el papa Francisco: ser un bálsamo para los que sufren.
Denuncia que la valla de Melilla "atenta contra la vida de unas personas desvalidas que buscan mejorar su vida". "Habrá que regular, pero siempre desde el respeto básico y esencial a la vida. El inmigrante no es un peligro, es alguien con una riqueza que aporta a la construcción social del país".
Defiende un modelo de "trasparencia y claridad", "la Iglesia necesita salir de las páginas de Sucesos y ocupar su lugar en las de Sociedad".
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