La presencia del otro que irrumpe
en nuestras vidas
Teresa
González
La presencia del otro que irrumpe en nuestras vidas,
es una experiencia que sigue siendo real cada vez que abrimos las puertas y
compartimos nuestra casa con algún caminante que se acerca recordándonos el
sentido de MAMBRE. Este verano ha sido un ratito, solo unos días, pero la
visita de Rashida y Maruam ha sido como siempre, un tiempo de descentramiento
que nos obliga a salir de nuestros dinamismos convulsos de cotidianidad para
que se dé ese encuentro. Rashida y Maruam llevan pasando por nuestras vidas, y
las de Manolo y Chana, desde hace ya 4 años. Maruam, con 9 añazos ahora, viene
cada tres meses a hacerse la revisión del trasplante que se hizo hace 5 años en
el Hospital Virgen del Rocío. La travesía cada tres meses de Rashida y Maruam desde
Ausha, muy cerquita de Nador, hasta Sevilla se repite una y otra vez: autobús,
barco y tren acompañados de una gran dosis de paciencia y de la siempre
intranquila espera de los resultados del análisis del primer día de los médicos.
Rashida siempre sonríe, mira hondo y tiene firmeza, fuerza a la vez que una
gran ternura. A pesar de haber vivido en España más de un año, cuando Maruam se
trasplantó, su español apenas logra pasar de: hola, sí, muy bien…, eso no le
impide manejarse por la ciudad entre autobuses y hospitales. Como mujer, su
presencia me habla de lucha, de cuidados, de fortaleza y de no quedarse en
lamentos. Este verano la primera semana de julio era Ramadán. Y ahí se nos abre
ese otro gran misterio. Hasta las 10 de la noche, nada, ni agua. No importa
viaje, calor, ni cansancio, hasta las 10
en punto nada. A esa hora hacemos fiesta, por fin podemos compartir un rato de
mesa con ella y Maruam. Ayer leía en la página web de la editorial Fragmenta,
el sentido de su nombre: Fragmenta es
una forma plural del latín fragmentum, ‘fragmento'. Es posible entender las
religiones como fragmentos, como intuiciones siempre incompletas e imperfectas
de una realidad más grande. En nuestros encuentros con Rashida se percibe
ese fragmento desde el que ella vive la transcendencia en su vida. Maruam, por
su parte es un niño plenamente feliz. Disfruta jugando con Edu y con Ignacio
cada vez que viene. Este verano ha aprendido un juego de cartas con los peques,
“el pescaíto”, un momentazo: “Buena pesca” dice con su español arabizado.
Maruam es el primero de su clase. Sabe 3 idiomas y estudia un cuarto. Sus
maestros no dejan de sorprenderse de su rendimiento. Rashida le mira orgullosa
y él se sonríe casi sonrojado cuando te vuelve a decir que sigue siendo el
primero de sus compañeros. En septiembre vienen de nuevo, seguro que viene más
alto y con ganas de aprender nuevos juegos. Es ese el milagro de la vida, don,
regalo, siempre inexplicable. Y es que como Abraham en MAMBRE la visita del
caminante siempre trae presencia de Dios,
experiencia de salida y un profundo encuentro con el misterio de lo
humano.
Rashida, la abuela Margari y Teresa |
Edu y Maruan |
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